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Jaume viajaba frecuentemente a Japón. A principios de los 90, fue allí para hacer incienso en una fábrica llamada Bayeido, en Osaka, donde obtuvo grandes conocimientos sobre cómo crear uno de los mejores inciensos del mundo. También visitaba Yokohama regularmente, y allí fue donde forjó una de sus amistades más queridas con un hombre llamado Satoh-San. Jaume también descubrió materias primas en Yokohama, muchas de las cuales han sido esenciales para nosotros en la creación de aromas nuevos y más elaborados, y diferentes estilos de fragancias. Sunset Yoko se inspira, así, en esta historia y en todas las aventuras que Jaume y Satoh-San emprendieron. Esta fragancia es especial, cálida, terrosa, dulce y, por encima de todo, inteligente.